Pizza de pesto, burrata y calabacín
Una pizza diferente, con una capa vegetal muy ligera, perfecta para preparar en casa con el pizzapan de Vitrinor.
Hay pizzas… y luego está esta pizza: la que combina el sabor fresco del pesto con la cremosidad de la burrata y la suavidad del calabacín. Tan sencilla que casi se hace sola, pero con resultado de un restaurante italiano.
Y si cuentas con la ayuda del recipiente pizzapan Vitrinor, el éxito está asegurado. Conseguirás una base dorada, crujiente y uniforme sin complicaciones y sin manchar el horno.
Duración: 30 minutos
Comensales: 2–3
Dificultad: molto facile
Menaje utilizado: pizzapan Vitrinor
Necesitas:
• 1 base de pizza
• 3 cucharadas de pesto
• 1 burrata fresca
• 1 calabacín pequeño
• 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
• Sal y pimienta negra al gusto
• Hojas de albahaca fresca para terminar
¿Cómo se hace?
Prepara el horno.
Precalienta el horno a 220 °C con calor arriba y abajo. Aprovecha esos minutos para poner un poco de música italiana y entrar en ambiente. En menos de media hora estarás sacando del horno algo digno de Nápoles.
El protagonista verde.
Lava el calabacín y, con ayuda de una mandolina o un pelador, córtalo en tiras muy finas a lo largo. No hace falta que queden todas iguales, la gracia está en lo artesanal. Si alguna se rompe, no pasa nada: en esta pizza todo tiene arreglo.
Monta la base.
Coloca la masa sobre el pizzapan Vitrinor y extiende el pesto por toda la superficie. No escatimes: el pesto es el alma de esta receta. Usa el dorso de una cuchara y reparte bien, llegando a los bordes (porque el borde también tiene derecho a saber a gloria).
El toque vegetal.
Distribuye las tiras de calabacín encima, creando una especie de mosaico verde. Rocía con un chorrito de aceite de oliva, una pizca de sal y un toque de pimienta. Si te sobra alguna lámina, guárdala para hacer chips al horno.
Horneado perfecto.
Llévala al horno durante 10–12 minutos, hasta que la base esté dorada y crujiente. Gracias al pizzapan, el calor se reparte de forma uniforme y el resultado es ese equilibrio soñado entre masa fina y borde crujiente. Si huele a trattoria… vas por buen camino.
Final feliz.
Saca la pizza con cuidado, reparte la burrata por encima y deja que el calor la ablande un poco. Añade unas hojas de albahaca fresca justo antes de servir y observa cómo desaparece del plato en cuestión de minutos.
Consejo Vitrinor.
Si quieres una versión más intensa, añade unas lascas de parmesano antes de hornear o un toque de guindilla para contrastar con la cremosidad de la burrata. Y recuerda: el pizzapan también sirve para calzone, focaccias o masas caseras. ¡Un básico para los amantes del horno!
Crujiente, cremosa, aromática… y sin necesidad de llamar al repartidor. Con el pizzapan de Vitrinor, preparar pizza en casa se convierte en un planazo.
