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Cocina

lunes, 10 de junio de 2024

Intolerancias y alergias alimentarias. Cuando comer no es un placer.

Comer debería ser siempre un placer, o al menos, algo que podamos hacer con tranquilidad. Sin embargo, ciertos alimentos pueden jugarnos malas pasadas y arruinarnos una velada. Sí, hablamos de las intolerancias y alergias alimentarias, dos problemas que pueden hacer de una comida una experiencia desagradable, o incluso peligrosa. Pero ¿cuál es la diferencia entre estas dos condiciones y cómo podemos convivir con ellas sin sacrificar nuestro amor por la comida?


Intolerancia alimentaria: el invitado incómodo.

Las intolerancias alimentarias, más comunes de lo que pensamos, son como esos invitados en una fiesta que, aunque no nos arruinan el día, siempre acaban incomodándonos, como la típica persona a la que “no tragas”. La intolerancia alimentaria ocurre cuando el cuerpo tiene dificultad para digerir ciertos alimentos. Esto puede deberse a la falta de ciertas enzimas o a una reacción del sistema digestivo.

Uno de los ejemplos más conocidos es la intolerancia a la lactosa. Hay personas que carecen de suficiente lactasa, la enzima que descompone el azúcar de la leche, lo que causa síntomas incómodos como hinchazón, gases y diarrea. Otros culpables comunes son el gluten y ciertos azúcares en frutas y verduras (fructosa y sorbitol). La intolerancia provoca molestias, pero no afecta al sistema inmunitario, por lo que en teoría es menos preocupante que un cuadro alérgico grave.

Alergia alimentaria: el drama queen del mundo de los alimentos

A diferencia de las intolerancias, las alergias alimentarias no se andan con rodeos. Cuando se presentan reclaman toda la atención y, si las ignoramos, la cosa puede acabar muy mal. Una alergia alimentaria implica una respuesta exagerada del sistema inmunológico a una proteína específica en el alimento. Esta reacción puede manifestarse con uno o varios síntomas a la vez, tales como: urticaria, eccema, picor en nariz y ojos, lagrimeo, estornudos… en los casos más graves se presentan problemas respiratorios como silbidos en el pecho, y en los cuadros más severos se llega al shock anafiláctico que puede poner en serio peligro la vida.

Los 7 sospechosos habituales.

Algunos alimentos tienen más probabilidades de causar alergias que otros. Aquí tenemos una lista de los principales culpables:

  1. Leche: a pesar de ser un alimento básico, la proteína en la leche de vaca puede causar serias reacciones alérgicas.
  2. Huevos: es la alergia más frecuente en la población infantil. En general, los alérgicos al huevo reaccionan principalmente a la ingesta de la clara, aunque la yema de huevo tiene diversas proteínas, la clara contiene los alérgenos. Ojo, que el huevo no solo se encuentra en muchos alimentos procesados; también se utiliza en algunos jabones, cremas y champús.
  3. Cacahuete. Probablemente el alérgeno que provoca reacciones más rápidas y agresivas, con síntomas que pueden ser extremadamente graves.
  4. Frutos secos: almendras, nueces y avellanas también están en la lista de los alérgenos más frecuentes, y suele bastar con que exista una mínima traza para desencadenar la reacción. ¡Cuidado!
  5. Mariscos y pescados. Lo que es una delicia una para la mayoría `puede convertirse en un peligro para otros. Merece mención aparte la alergia al anisakis, un parásito bastante común en pescados y moluscos, lo que hace aconsejable el ultracongelado previo para anular las larvas y evitar riesgos.
  6. Trigo: más allá de la intolerancia al gluten, el trigo en sí mismo puede causar problemas de alergia.
  7. Soja: es un ingrediente cada vez más común en muchos alimentos procesados y por supuesto, en la cocina asiática.

Consejos para convivir con las alergias alimentarias

Algunos buenos hábitos de sentido común que nos pueden evitar más de un susto.

  • Las etiquetas están para leerlas.

Los ingredientes ocultos pueden estar en cualquier lugar, así que asegúrate de verificar todo antes de consumir. Por fortuna, las normas de etiquetado en tiendas y hostelería cada vez son más minuciosas en cuanto a la cantidad y claridad de la información

  • Habla sin miedo.

Cuando comas fuera es mejor no dar nada por sentado, así que no temas preguntar sobre los ingredientes de lo que has pedido. Los chefs y camareros están acostumbrados, y desde luego prefieren responder a tus preguntas si con ello evitan que tengas un ataque en su establecimiento

  • Lleva tu propio picoteo.

Llevar un snack seguro puede salvarte en situaciones donde tienes dudas sobre los alimentos disponibles. Es mejor prevenir que curar (o hacer una visita de emergencia al hospital).

  • Informa a tu círculo cercano.

Familia, amigos y compañeros de trabajo deben estar al tanto de tu alergia. Saber cómo actuar en caso de una reacción puede marcar la diferencia.

  • La medicación siempre a mano.

Si tienes una alergia severa, nunca salgas sin el medicamento para casos de emergencia que te haya recetado tu médico, no sabes cuándo lo vas a necesitar. Asegúrate también de que no esté caducado.

Los niños, material sensible.

Cuando hay niños de por medio, debemos redoblar todas las precauciones respecto a las alergias, especialmente cuando son muy pequeños y están empezando a comer de todo, porque hay alimentos que todavía no han probado y no sabemos si van a ser alérgicos a él. Algunas medidas elementales son: 

  • Informar de primera mano a la persona encargada de la comida: es importante que la persona que prepare la cena o la comida, en casa o en el cole, sepa qué alergia tiene el niño y qué alimentos no debe incluir en el menú.
  • Adaptar el menú: siempre es mejor adaptar el menú para que todos los invitados coman lo mismo, en vez de hacer platos especiales y diferentes para los que tienen alguna alergia.
  • A la hora de preparar la comida, si se decide realizar un único menú que contiene alimentos a los que nuestro niño es alérgico (insistimos en que sería mejor adaptar el menú), ten mucho cuidado en utilizar utensilios de cocina diferentes para no contaminar su menú. De hecho, lo ideal es usar un menaje aparte de otro color para las recetas libres de alérgenos.
  • Cuidado con la inhalación: el vapor de ciertos alimentos cuando son cocinados (el humo de las gambas a la plancha, cocer pescado...) puede provocar reacciones alérgicas, tos e incluso dificultad respiratoria en algunos niños.
  • A la hora de presentar los platos evita las fuentes para compartir.
  • Mucha atención a los nuevos alimentos: presta mucha atención cuando los niños coman por primera vez alimentos de la lista de los alergénicos: frutos secos (turrones, polvorones), mariscos, huevo…
  • Sal siempre de casa con medicación (antihistamínicos, corticoides orales, pluma precargada de adrenalina) y el plan de acción escrito.
  • Naturalidad en la mesa. Los niños con alergias alimentarias deben sentirse uno más, no hay por qué dramatizar o exagerar, basta con tener en cuenta sus circunstancias.

Menaje de Cocina

Si en tu hogar hay alguien con alergias alimentarias, la forma en que utilizas el menaje puede marcar una gran diferencia si sigues estos consejos:

Mantén utensilios separados para preparar alimentos sin alérgenos. Usa tablas de cortar, cuchillos y sartenes específicas para evitar la contaminación cruzada con estos alimentos.

Lava todos los utensilios y superficies con agua caliente y jabón después de usarlos. No basta con un enjuague rápido; asegúrate de eliminar cualquier rastro de alérgenos.

Si tienes recipientes y utensilios dedicados a ciertos alimentos, etiquétalos claramente. Esto ayuda a todos en la casa a evitar errores.

Guarda los alimentos alergénicos en contenedores herméticos y separados de los demás productos. Esto reduce el riesgo de contaminación accidental.

La vida con intolerancias o alergias alimentarias puede ser un desafío, pero con conocimiento y precaución, puedes disfrutar de tus comidas sin miedo. Así que la próxima vez que vayas a una fiesta, lleva tu snack seguro, lee las etiquetas y, sobre todo, mantén el sentido del humor. ¡La comida es para disfrutarla, no para temerla!