Es comprensible, porque en un espacio relativamente pequeño se reúnen muchos elementos potencialmente peligrosos: objetos punzantes, aparatos eléctricos, aceite, artilugios mecánicos, fuego, calor, gas… no hay que asustarse, cocinar es maravilloso y se puede entrar en la cocina a cualquier edad si tenemos cuidado, pero es algo que exige estar atentos y conocer o recordar algunas precauciones básicas para eso está este artículo.
Orden y organización, lo primero. Una cocina abarrotada, donde los cacharros estén en desorden, donde la superficie de trabajo no esté despejada, en la que tengamos que abrir todos los armarios para encontrar lo que queremos porque no sabemos dónde está, es un territorio que está pidiendo a gritos un accidente. Cocinar apretujados, sobre todo cuando hay fuego y cuchillos de por medio, puede ser romántico, pero también peligroso.
Vestidos para guisar. Para cocinar seguros hay que guardar unas normas elementales de etiqueta que tienen mucho que ver con el sentido común. Hay fuego o cosas muy calientes, así que evita las prendas holgadas, mangas muy anchas, etc. Si tienes el pelo largo, recógetelo. No nos preocupa que caiga un pelo en la sopa, lo que queremos evitar es que el pelo caiga en un recipiente al fuego. Y no es el momento ni el lugar para andar descalzos: puede haber restos de cristales, es más fácil resbalar y con tanto aparato eléctrico no es nada aconsejable.
Con los cuchillos, no te cortes. Aprende a usarlos, aprende a elegirlos y aprende a afilarlos. Un cuchillo adecuado, bien afilado y con una técnica correcta es la mejor garantía de seguridad. Los cuchillos mal afilados son los más peligrosos, porque perdemos precisión y la hoja tiende a tomar sus propias decisiones. La mejor aliada de tu cuchillo es una tabla de corte sólida y bien asentada, puedes poner unos paños de cocina debajo para que no resbale sobre la encimera. Conviene tener cuchillos adaptados a las diferentes funciones: no es lo mismo pelar patatas que hacer filetes o picar cebolla. Aprende las técnicas de los cocineros para cortar con precisión y seguridad, pero no improvises. Por ejemplo, si no has cortado un jamón entero en tu vida, pide que te enseñen a hacerlo o llévaselo a un carnicero de confianza. El jamón con yema no le gusta a nadie.
Si usas mucho el cuchillo, es bueno tener a mano (nunca mejor dicho) un guante de cota de malla para trocear carne, o un protector de dedos para picar verdura sin que peligren tus nudillos.
Ojo al fuego y al calor. A menos que nos declaremos crudívoros, cocinar implica utilizar fuego o calor. Además de las precauciones elementales derivadas de cada fuente de calor – instalación de gas revisada y sin fugas, buena ventilación, buen estado de las placas eléctricas- debemos tener interiorizado el respeto al fuego. Eso implica respetar las distancias, mantenerlo alejado de productos inflamables; si tenemos varios fuegos encender preferiblemente los del fondo, y emplear utensilios que resistan la acción del calor sin deformarse o quemarse.
Utiliza siempre un material aislante para sacar las bandejas del horno y nunca se te ocurra hacerlo con un paño mojado; puede parecer una buena idea, pero el agua es un gran transmisor del calor y te puedes escaldar.
Freír sin sufrir. Algunos de los sustos más gordos en la cocina nos los hemos llevado friendo o intentando freír algo. No hay que temer al aceite, pero hay que respetarlo y mucho. Para empezar, nunca, jamás, dejes asomando fuera de la cocina el mango de una sartén al fuego y muchísimo menos si hay la posibilidad de que entre algún niño. No hace falta explicar por qué ¿verdad?
Es comprensible que nos dé respeto echar ciertas cosas a freír por si salpiquen, pero alejarnos y echar las croquetas al fuego como si estuviéramos jugando a la rana no es la solución. Tranquilidad. Asegúrate de que el aceite está a la temperatura adecuada, procura que lo que pongas a freír tenga la menor cantidad de humedad para que no salte, (puedes secarlo antes con un paño, si es producto congelado quítale toda la escarcha posible) y deposítalo con delicadeza en el aceite, preferiblemente con la ayuda de unas pinzas. Nada de movimientos bruscos. Ten a mano una tapa del diámetro de la sartén por si salpica mucho. También te será útil en el caso de que aparezcan llamas, si es así tapa la sartén y el fuego se apagará. Y por lo que más quieras, ni se te ocurra echar agua en una sartén ardiendo, prométemelo.
Más consejos que te pueden ahorrar una llamada al 112: si vas a flambear, asegúrate de que tienes apagada la campana extractora; podría llevar las llamas hacia su interior y causar un estropicio. Si tienes un mueble encima de la zona de cocción, es preferible que no tenga nada que puedas necesitar mientras cocinas, la idea es que no tengas la tentación de abrirlo mientras cocinas y que se pueda caer algo mal colocado sobre una sartén al fuego o una olla hirviendo. Por muy bien que vuela, no acerques la cara a la cazuela en el momento de levantar la tapa, estira el brazo, aleja la cara, deja que salga la primera bocanada de vapor caliente, y luego ya te asomas. Ten paciencia con la olla exprés y no fuerces la apertura antes de tiempo. Tampoco la llenes por encima de la marca a menos que quieras redecorar tu cocina por la vía rápida.
Por último, pero no menos importante lee las instrucciones de todos los aparatos antes de utilizarlos, sobre todo si tienen cuchillas o pueden quemar. Y utiliza menaje homologado que certifique que cumple todas las normativas relativas a la seguridad.
En Vitrinor queremos que la cocina sea siempre disfrute, celebración y buenos recuerdos. Así que seamos precavidos y tengamos la fiesta en paz.