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Cocina

martes, 28 de febrero de 2023

Croquetas de bacalao

El plato de aprovechamiento por antonomasia y la receta estrella de millones de abuelas del país. Sabiendo que es muy difícil mejorar sus croquetas, nosotros te proponemos una deliciosa receta típica de cuaresma donde el ingrediente principal es el bacalao.


De ropavieja, de jamón, de pollo, de chipirón, de morcilla, de carrillera… ¡hasta de huevo frito! Casi todo se puede hacer en formato croqueta, con su crujiente rebozado, la sedosidad de su bechamel y un sabor que sabe a infancia y a hogar.

Los fans de este clásico de la cocina española se cuentan por legiones. Y no es para menos, porque son el picoteo perfecto, gustan a todo el mundo, son económicas y se puede hacer con ingredientes de andar por casa.

Y aunque sea una receta de toda la vida, tiene su truco para que desaparezcan rápidamente de la mesa: una bechamel bien trabajada, el equilibrio entre los ingredientes, la fritura perfecta para que no se abran… Para esto último te será muy útil contar con una sartén Vitrinor con sistema iTemp. Es un dispositivo inteligente que cambia de color cuando la sartén alcanza la temperatura correcta para comenzar a freír. Así tendrán el dorado perfecto y cogerán la cantidad justa de aceite.

¿Comenzamos a croquetear?

Ingredientes:

  • 300 g de bacalao desalado
  • 100 g de harina
  • 100 g de mantequilla
  • 1 litro de leche
  • 1 cebolleta
  • 2/3 huevos
  • Pan rallado
  • Sal y pimienta negra

Para freír, aceite de oliva virgen extra de una variedad suave.

Elaboración:

Si el bacalao no está desalado este será el primer paso de la receta. Solo tienes que sumergirlo en un recipiente con agua bien fría dentro del frigorífico. ¿El tiempo? Depende del tamaño del bacalao. Si el lomo no es demasiado grande, puedes dejarlo de un día para otro, cambiando periódicamente el agua 3 o 4 veces.

Una vez desalado solo tienes que desmigarlo con las manos, asegurándote de que no tiene ninguna espina.

¿Quieres ahorrarte este paso? En el supermercado podrás encontrar migas de bacalao ya desalado con el que te saldrán unas croquetas estupendas.

Comenzamos cortando la cebolleta muy fina. Pon un buen chorro de aceite en la sartén y rehógala a fuego suave hasta que empiece a ponerse transparente. En ese momento, añade las migas de bacalao y mezcla cocinando un par de minutos más. Retíralo y resérvalo.

A continuación, comenzamos con la bechamel. Pon la mantequilla en una sartén o en una cacerola y fúndela a fuego suave. Añade la harina. En este punto es importante remover bien la harina y tostarla ligeramente un par de minutos, para que luego la croqueta no tenga ese gusto a harina cruda.

Llega uno de los momentos importantes, añadir la leche. Para que no se formen grumos es mejor que esté caliente. Se trata de ir añadiendo leche poco a poco, sobre todo al principio y mezclar. Cuando haya absorbido la primera cantidad de leche, sigue añadiendo en tandas e integrándola.

Una vez hayas puesto toda la leche sin dejar de remover y haya espesado un poco, es el momento de añadir el bacalao y la cebolla que tenías reservados. Mezcla con paciencia (¡y cariño!) hasta que se integre.

Hora de coger una cuchara y probar la bechamel para rectificarla de sal o añadir un poco de pimienta negra.

Y… sigue removiendo, ese es el secreto para que te quede una bechamel fina y sedosa. ¿Cuánto tiempo? Hasta que veas que la mezcla comienza a separarse de las paredes y el fondo de la sartén o la olla.

A continuación, retírala a un recipiente o bandeja plana y déjala enfriar. ¿Nuestro consejo? Haz la masa un día, cúbrela con film transparente, déjala “durmiendo” en el frigorífico y, al día siguiente, es hora de formar las croquetas.

Formar, rebozar y freír

Prepara el rebozado: un recipiente con los huevos batidos y otro con pan rallado.

Con tu bechamel fría, ve cogiendo pequeñas porciones y dales forma con dos cucharas o con la mano.

Pásalas por huevo batido y, a continuación, cúbrelas bien por todos los lados con el pan rallado.

Este es un momento importante: ¿no podrás resistir la tentación de freírlas y disfrutarlas o vas a congelarlas para disponer de ellas más adelante? Elijas lo que elijas, ten en cuenta que las croquetas congelan muy bien y son un recurso de lujo para esos días en los que el cuerpo te pide algo casero y rico, pero no te apetece cocinar.

¡A freír! Llena un sartén con aceite de oliva virgen extra de una variedad suave. Tienen que freírse en abundante aceite. Cuando esté suficientemente caliente (¡ojalá tengas una sartén Vitrinor con iTemp!) echa las croquetas. Es mejor que ir poco a poco, en varias tandas, para que se hagan bien y el aceite no se enfríe.

¿Ves ese aspecto dorado y delicioso? Es el momento de retirarlas a un plato sobre un papel absorbente que elimine el exceso de aceite.

¡Y a por ellas! Pero cuidado, no serías el primero que se quema porque no puede esperar a que se templen. Ten un poquito más de paciencia y prepárate: no podrás conformarte solo con una.


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