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Cocina

lunes, 23 de octubre de 2023

Consejos para comer bien en familia… unipersonal

Muchas veces se bromea especulando sobre las cosas que te puedes encontrar al abrir la nevera de un soltero: una lata de cerveza sin alcohol, medio limón reseco, un yogur caducado, una pizza congelada… Esto no deja de ser una caricatura, pero en algunos casos puede parecerse bastante a la realidad. Generalizando, podemos decir que la gente que vive sola, en especial los varones, tiende a cocinar menos y comer peor.


En cierto modo es comprensible, sobre todo en el caso de personas que además de vivir solas, trabajan mucho. Llegas del trabajo a las tantas y lo último que apetece es ponerse a cocinar. Y tampoco tienes tiempo porque mañana hay que madrugar. Así que llamas al chino/pizzero/burger/pollo frito de la esquina y cenas en un rato mientras ves algo en la tele. Y en el trabajo comes siempre fuera porque no has tenido la previsión de prepararte unos tápers. En definitiva, ser soltero o soltera parece que implica comer mucho, caro y mal. Si ese es vuestro caso, aquí van unos consejos para empezar a cambiar eso.

Piensa en platos únicos. Si lo que te agobia es la complicación, empieza a cocinar platos que te la resuelvan la cena sin que tengas plantearte un primero y un segundo. Además, así tampoco volverás al trabajo o te acostarás con el estómago a rebosar, que eso nunca viene bien.

Planifica. Si dedicas un tiempo a pensar lo que quieres comer durante la semana y te agendas el tiempo para comprar y cocinar, amortizarás ese rato ahorrando tiempo y dinero y ganando en la calidad de tu dieta. Si te da mucha pereza cocinar, aprovecha ese momento para invitar a alguien a comer y mientras cocinas, os ponéis al día con un aperitivo.

En el súper o en el mercado, evita la compra impulsiva y caprichosa (para eso ayuda mucho no ir con el estómago vacío). Y sé realista con las ofertas, por rentables que parezcan. Están bien cuando se trata de productos de larga duración que vas a acabar usando, o si se trata de alimentos perecederos que sabes seguro que vas a cocinar y congelar. Pero si no es el caso, lo más probable es que la mayoría de lo que compres lo acabes tirando, y lo sabes. Tampoco te entusiasmes con alimentos que no te gustan, pero has leído en algún sitio que son sanísimos e imprescindibles. Compra una porción de muestra para de decidir si te van, no te vayas a acabar con dos kilos de una comida sanísima que odias mirándote acusadoramente cada vez que abres la nevera mientras se va poniendo pocha.

Adapta tu compra a tus necesidades. En el caso de las personas que viven solas, puede resultar mucho más práctico comprar a granel, al corte o por unidades, además así también ahorrarás muchos envoltorios innecesarios. Para este tipo de compra, los pequeños establecimientos de barrio son los más indicados, y así además ayudas al pequeño comercio y conoces mejor a tu barrio y a tus vecinos.

Un fondo de armario de la cocina. Si no cocinas algo, que no sea porque no tengas con qué. Hay una serie de ingredientes básicos que siempre deberíamos tener en la cocina y que además tienen una fecha de caducidad que nos permite pensar en almacenar: legumbres (crudas o envasadas y ya cocidas) , arroz, harina, pastas secas,  aceite, conservas de verdura o de pescado, especias, verduras deshidratadas, salazones...

Cuidado con el “picoteo basura”. Para bien o para mal, cuando se vive solo no hay nadie que dependa de ti para cenar o comer. Eso es peligroso si tenemos picoteo cerca. Puede ocurrir que sintamos algo de hambre y por, ejemplo, nos abramos una bolsa de patatas para matar al gusanillo, y tal vez un refresco o una cerveza para que no se nos haga bola. Al final, cuando nos queremos dar cuenta, nos hemos acabado una bolsa enorme, nos hemos bebido dos latas y la sensación en nuestro estómago nos dice que lo que hemos matado no era el gusanillo, sino una pitón. Y en un acto de responsabilidad, decidimos acostamos sin cenar nada más. Así que terminamos el día con un exceso de calorías y un déficit de nutrientes saludables por no hablar de la noche toledana que nos puede dar la sensación del estómago lleno. Hay una fórmula infalible para que esto no ocurra; no tener picoteo malo (recuerda que lo que no tienes en casa no te lo puedes comer) y sí tener abundancia de picoteo bueno: frutos secos, encurtidos, fruta, hummus, pan integral…

Tápers y congelador, tus mejores compañeros de piso. De verdad que no es tan difícil, y una vez que empieces a hacerlo vas a disfrutar tanto sus ventajas que no te va a dar pereza. Cocina platos para varias raciones que sepas que aguantan bien el congelado coma y guárdalos en tápers para disfrutarlos cuando quieras. Pueden ser recetas terminadas o bases que te permitirán cocinar muy rápido cuando lo necesites: caldos, sofritos, salsas, tomate frito… eso sí, etiqueta la fecha para ir dando salida a los platos que lleven más tiempo. Así siempre tendrás el congelador lleno de cosas que puedes ir comiendo hasta la próxima tanda en la que te animes a cocinar.

Busca compañía para comprar. Si tienes amigos o vecinos con los que te lleves bien puedes aprovechar para comprar producto fresco a pachas y repartíroslo: esa merluza que se vende la pieza entera a un precio interesantísimo, una caja de fresas (deliciosas, pero se echan a perder enseguida), ofertas de 2 por 1, etc. También es una forma interesante de socializar.

Relájate y disfruta. Desde Vitrinor te animamos a que busques el lado lúdico que pueda tener la cocina. Puede ser un momento divertido y relajante, y seguro que, si te pones, descubres que eres mucho mejor cocinero o cocinera de lo que pensabas. También es importante que tu cocina la percibas como un sitio bonito y acogedor y por supuesto, que cuentes con un menaje de calidad y en buen estado que te permita hacer todo más rápido ahorrando esfuerzo y energía. Con Vitrinor nunca te sentirás solo a la hora de cocinar.