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Cocina

martes, 27 de marzo de 2018

¿Cocina a gas o eléctrica? ¿Con qué me quedo?

El precio del butano es más barato que el del kilowatio, pero hay otros factores de peso a la hora de decidirse por un modelo con los fogones tradicionales, por la cocina vitrocerámica o por la de inducción.


Es uno de esos debates con tantos pros y contras por ambos lados que nunca se agotan: ¿es mejor  instalar en nuestro hogar una cocina de gas o alguna de las posibilidades eléctricas (vitrocerámica, inducción) que ofrece el mercado? Sin duda, a pesar de los avances en los modelos más modernos de inducción, el consumo de kilowatios es más caro que el de bombonas de butano, pero esa respuesta no agota la cuestión. Hay otros factores, como la inversión previa necesaria y el uso que se vaya a hacer de las instalaciones, que también deben tenerse en cuenta. En última instancia, lo más conveniente depende de nuestros gustos y nuestras necesidades y no hay una contestación definitiva, pero sí unas pautas que exploraremos en este post para que la decisión sea lo más racional posible.

Límites de la inducción

Para empezar, si no las tienes claras, esta entrada anterior te explica las características de cada tipo de cocina y explora sus diferencias. La evolución de los modelos eléctricos desde las primigenias placas hasta la inducción, pasando por la vitrocerámica, ha significado recortes muy apreciables en el consumo, pero los costes de instalación han ido aumentando. La inducción, en las cocinas más desarrolladas, permite reducir casi un 25% el consumo de una vitrocerámica equivalente, pero instalarla es más caro. Además, para una casa ya montada, su elección puede llevar aparejados desembolsos adicionales. En el gas y en la vitrocerámica pueden utilizarse cualquier tipo de utensilios. La inducción, por el contrario, necesita recipientes de base metálica con las que la placa pueda establecer un campo magnético a partir del cual generar el calor. Si no los tienes de antemano, tendrás que sustituir todo tu menaje y debes considerar ese gasto adicional.

La inducción, además, necesita un contacto ininterrumpido entre la placa y los recipientes. Con ella, no podrás saltear. Tampoco se enfría tan lentamente como la vitro o las placas, que permiten aprovecharse de su calor residual para completar cocciones o mantener calientes los alimentos.

Pros y contras del gas

Aunque sobre el gas se acumulan algunos temores sin fundamento (el butano no está detrás de esas muertes dulces sobre las que en ocasiones se lee, que se dan a causa de malas combustiones en calderas de propano, y difícilmente estalla), sí es cierto que supone algunos riesgos que la electricidad elimina. Siempre que lo uses, habrá un fuego encendido en la casa. Es también más difícil de mantener limpio. La parte buena es que es indudablemente más barato. Y sigue siendo la fuente de calor favorita de los cocineros, la que reina aún en las cocinas profesionales de cualquier hotel o restaurante. Su ventaja insustituible es el control total sobre la potencia del fuego y las posibilidades que ofrece de graduarla para elegir diversas posibilidades de preparación de unos mismos ingredientes. Hay también quien sostiene que el resultado final, en términos de sabor, no se alcanza con la electricidad.

Gama Vitrinor

La decisión final, una vez sopesados todos esos factores, corresponde a cada uno. Muchos expertos suelen recomendar la vitro o la inducción a quienes no se consideren especialmente cocinillas ni vayan a hacer un uso intensivo de la cocina. Pero los presupuestos y las necesidades de cada hogar solo son plenamente conocidos de puertas adentro. Sea cual sea tu elección, Vitrinor te ayuda a elegir los utensilios más adecuados para sacarle partido con una completa gama de productos diseñados para ofrecer el mejor rendimiento en todas las superficies.