La verdad es que esta receta juega con ventaja porque sus ingredientes son irresistibles: el queso provolone adquiere una consistencia fantástica, tiene un sabor suave e intenso a la vez y en combinación con el tomate seco, de sabor más concentrado, y ciertas especias, se convierte en un entrante irresistible recién salido del horno. Es un habitual de los restaurantes italianos, argentinos… y de tu casa en cuanto lo pruebes.
Dificultad: fácil hasta decir basta
Tiempo de preparación: 10 minutos para ti y 20 para el horno
Comensales: 2 o alguno más, que tiene bastante calorías.
Ingredientes:
- 200 g de queso provolone
- 1 tomate maduro mediano
- Media docena de tomates secos en aceite
- Tomillo fresco
- Sal
- Pimienta negra
Preparación:
Es que es muy fácil, de verdad. Pela el tomate y rállalo en una bandeja de borosilicato cuadrada. Añade sal y pimienta al gusto. Ya tienes una base estupenda para empezar.
A continuación, coloca el queso provolone encima, en el centro de la fuente. Espolvorea unas hojitas de tomillo fresco por encima y coloca los tomates secos bien distribuidos sobre el queso. No le va a ir mal el aceite que llevan impregnados los tomates, sobre todo si es de oliva virgen extra.
Tu trabajo ya ha terminado, ahora le toca al horno y a la bandeja de borosilicato. Hornea durante 20 minutos a 200 ºC (mira cómo queda por si lo quieres un poco más tostadito) y sirve inmediatamente.
Disfruta compartiendo esta fantástica cremosidad. Puedes darle un aire más italiano añadiendo orégano en lugar de tomillo.
Y ten paciencia: cuando salga del horno tendrá un aspecto y un aroma irresistibles, pero no te abalances inmediatamente, que te puedes quemar.