Por otro lado, los colores que buscamos en unos platos nos repugnarían en otros. Color y comida tienen mucho que ver y este el tema del que hablamos en nuestro blog. ¡Abrid los ojos y el paladar!
Naranjas, judías verdes, atún rojo, color vainilla, color crema, verde manzana, amarillo limón… no cabe duda de que los colores y los diferentes alimentos están muy relacionados. Asociamos un color a cada alimento hasta el punto de que, como en el caso de la naranja, se plantea el siguiente dilema, que da mucho juego para una charla de sobremesa: ¿El color naranja se llama así porque es el color que tiene esa fruta, o la fruta se llama naranja porque es de ese color?
¿Qué alimentos nos entran más por los ojos?
Aunque siempre es peligroso generalizar, diversos estudios indican que hay familias de colores que nos resultan más apetitosos y son los preferidos en nuestra mesa.
Por ejemplo, está comprobado que el color rojo, amarillo y naranja estimulan nuestro apetito. Sabiendo esto, no nos extrañará ver con qué colores se dan a conocer la gran mayoría de las cadenas de comida rápida.
La explicación es que el cerebro asocia estos tonos a alimentos naturales, en su punto, dulces y maduros. Es una información que llevamos en nuestro cerebro desde la época en que los humanos éramos monos recolectores. Los frutos que se presentaban en esos tonos por lo general eran comestibles (con peligrosas excepciones, como ciertas bayas o setas de color rojo).
Cuando empezamos a caminar erguidos, descubrimos el fuego y nos pusimos a cocinar, resulta que algunas de las cosas más ricas también tenían estos colores: el amarillo dorado del pan o de las patatas fritas, el marrón tostado de una carne churruscadita, el naranja de una crema de calabazas, batata o zanahoria (¡atención, anécdota!: el color original de las zanahorias, presentes en nuestra alimentación desde hace más de 3.000 años, era el violeta. Cuenta una historia, más o menos creíble, que su actual color se debe a los agricultores holandeses del siglo XVI que fomentaron un nuevo cruce de especies más ricas en betacaroteno, en honor de su rey, Guillermo de Orange).
Verde, que te como verde.
En la lista de los más atractivos al ojo y al paladar figura también el color verde. Está asociado a la salud, la frescura, el relax y el bienestar, lo que tiene mucho sentido si pensamos en el mundo de la lechuga, espárragos, acelgas, judías verdes, endivias, espinacas… (no, las ranas no cuentan en esta familia). A los más preocupados por su salud les sienta muy bien el verde.
Tranquilos, pitufos.
Podéis pasear tranquilos por el bosque, que nadie os va a querer comer. Efectivamente, el azul figura en el último lugar en la lista de los colores comestibles. Al parecer, inhibe el hambre y la explicación hay que buscarla también en nuestro instinto ancestral. Porque a ver; ¿cuántas frutas o verduras azules no venenosas conocemos en la naturaleza? Pues eso. Y si vemos que una pieza de fruta o un trozo de carne adquieren un tono azulado, nuestro instinto nos va a decir que no está en buen estado. Lo mismo pasa con el gris; cuando un alimento se torna grisáceo nos avisa de que está mustio y poco apetecible.
Menaje a todo color.
Reglas parecidas a las que rigen con los alimentos y el color se aplican al menaje y la vajilla. Si estás a dieta, comer en platos de color azul te ayudará a reducir el apetito. Por el contrario, los platos rojos, amarillos y marrones hacen que la comida nos parezca más atractiva. Otra curiosidad: un estudio realizado por nutricionistas reveló que, cuando la vajilla coincide con el color de la comida, nos servimos más cantidad.
Ahora que sabéis un poco más sobre la importancia del color en lo que comemos, os invitamos a asomaros a nuestra web para descubrir las diferentes gamas de colores y acabados que ofrece Vitrinor. El color de tu menaje Vitrinor puede combinarse de mil maneras a la hora de crear la presentación de tus elaboraciones culinarias. Entra en https://vitrinor.com/productos/ ¡y da color a tu cocina!