Las legumbres son imprescindibles dentro de una dieta variada y equilibrada. Es un alimento nutritivo que nos aportan un montón de beneficios para la salud. Ahora bien, es importante que las cocines como es debido para sacarles el máximo provecho.
Las legumbres son semillas secas de las plantas leguminosas. Por sus características es necesario ponerlas a remojo antes de cocinarlas. De este modo, conseguimos no solo que adquieran el punto óptimo para cocerlas, sino también se elimina aquello que interfiere en los nutrientes. ¡Te lo explicamos!
Beneficios de poner en remojo las legumbres
1. Se reduce el tiempo de cocción. Al ponerlas a remojo nos permite reducir el tiempo de cocción. Con el agua las legumbres se ablandan y hace que estén listas antes.
2. Están mejor hidratadas. Lo notaremos porque aumentan de tamaño y así también ganan en calidad.
3. Se eliminan lo innecesario. Con el remojo se eliminan los oligosacaridos, causantes de las flatulencias ayudando a facilitar las digestiones haciéndolas más ligeras. Además, según investigaciones, ponerlas a remojo evita que queden restos de antinutrientes que son sustancias que afectan a la absorción de otros nutrientes.
Antes de ponerlas a remojo, también se deben pasar por agua para quitar posibles impurezas. Luego hay que sumergirlas en un recipiente con abundante agua fría. Para que la legumbre no absorba todo el agua, la proporción debe ser de cuatro partes de agua por una de legumbres.
Eso sí, los garbanzos se remojan en agua templada, no demasiado caliente, y también se cuecen en agua caliente.
Hay quienes utilizan el agua de remojo para su cocción posterior. Al hidratar las legumbres determinadas sustancias y minerales pasan a formar parte del agua. Ahora bien, también hay quien prefiere desecharlo porque en ese agua pueden quedar impurezas.