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Cocina

lunes, 8 de julio de 2024

Hábitos alimenticios en España: ¡cómo hemos cambiado…!

Pocos países han cambiado tanto como España en las últimas cinco décadas. En dos generaciones hemos vivido una serie de transformaciones políticas, económicas y socioculturales que se notan en todos los aspectos, también en nuestros hábitos alimenticios. Este cambio ha planteado la pregunta: ¿está en riesgo la famosa dieta mediterránea, tan arraigada en la cultura española?


La dieta mediterránea, basada en alimentos frescos, aceite de oliva, pescado y verduras, ha sido durante mucho tiempo un pilar de la alimentación española. Sin embargo, las tendencias modernas de consumo, impulsadas por factores como el estilo de vida acelerado y la disponibilidad de alimentos procesados, están desafiando esta tradición.

Patrones de Consumo y Salud. ¿Estamos comiendo peor?

Según los estudios que prestigiosas instituciones han realizado sobre el tema, aunque la mayoría seguimos respetando las tres comidas diarias, hay una tendencia preocupante hacia una alimentación menos saludable. Solo el 27% de la población cumple con las cinco comidas recomendadas por los expertos, y el 14,7% reconoce que su alimentación es poco o nada saludable.

Estos problemas son más pronunciados entre los jóvenes, donde el 33,3% de los encuestados de 18 a 29 años admiten tener una alimentación poco saludable. La relación entre la edad y el interés por la salud y la dieta es evidente, con una mayor conciencia entre las personas de mayor edad.

Comer mal, cada vez más fácil.

Por increíble que nos pueda parecer, hace 50 años no existían cadenas de comida rápida, no podías llamar a nadie para que te llevara una pizza a casa, no tenías kilómetros de lineales de supermercado llenos de alimentos procesados muy baratos, las “chuches eran un lujo reservado a los días especiales, se comía con agua, no con refrescos de cola… Se comía mejor, entre otras razones, porque la oferta era mucho más limitada; la gente se adaptaba a lo que daba el mercado en cada temporada y el producto fresco era siempre de proximidad. No es que echemos de menos los tiempos de carestía, pero sí es cierto que la escasez debida a la peor situación económica tenía el efecto positivo de obligarnos a ceñirnos más a la dieta mediterránea. Hoy es muy fácil caer en tentaciones asequibles para saciar el hambre sin necesidad de cocinar, y claro, si se convierte en hábito, incide negativamente en nuestra calidad de vida.

Nuevas costumbres, en todo.

La incorporación de la mujer al mercado laboral ha sido un avance social indiscutible que ha influido en el cambio de hábitos alimenticios. Esto ha reducido el tiempo disponible para comprar y cocinar alimentos frescos, llevando a un aumento en el consumo de productos procesados y precocinados.

El tiempo limitado para preparar comidas ha llevado a una planificación del menú familiar concentrada en los fines de semana, con preferencia por las grandes superficies en lugar de los mercados tradicionales. Esta tendencia ha contribuido a una pérdida de valoración de la alimentación como fuente de salud y bienestar. La parte buena de esto es que ha servido para que los hombres se hayan visto obligados a manejarse en la cocina, aunque sea a nivel básico. La mayoría de nuestros abuelos literalmente no sabían ni freír un huevo, afortunadamente esto ha cambiado y cada vez hay más hombres cocinillas, si bien es cierto que en muchas ocasiones solo ejercen los fines de semana, cuando lo que tiene verdadero mérito es organizar el menú semanal de toda la familia.

Educación y Acceso: ¿Una Cuestión de Clase?

Las diferencias socioeconómicas también desempeñan un papel importante en los hábitos alimenticios de la población. Las clases más privilegiadas tienen más conocimientos y sensibilidad nutricional, mientras que las áreas económicamente deprimidas tienen menos acceso a alimentos frescos y saludables. Por el contrario, encuentran alimentos procesados muy económicos que resultan saciantes y ricos en sabor gracias a los aditivos. El resultado a la larga es llegar al sobrepeso y a la vez tener carencias en nutrientes. Por eso hoy día, a diferencia de lo ocurría antes, la obesidad es más frecuente en las familias con menor poder adquisitivo.

Un cambio de ritmo.

Antes, lo más frecuente era comer en familia todos los días, cena incluida. En la actualidad, los diferentes ritmos de trabajo y estudios, la distancia entre el lugar de trabajo y el hogar, y mil factores más, hacen que las comidas en familia o con amigos se limiten a las ocasiones especiales, y en el día a día se produzca un “sálvese quien pueda” en el que cada cual come donde le pilla, muchas veces delante de una pantalla, lo que ha contribuido a una disminución en la calidad de la alimentación y una mayor ingesta de alimentos procesados.

El estilo de vida sedentario, tanto en el hogar como en la vida cotidiana, ha llevado a un aumento alarmante de la obesidad en España. La falta de actividad física, combinada con una dieta poco saludable, ha creado un círculo vicioso que contribuye a problemas de salud graves y costosos.

Buenas noticias: comer bien, cada día más fácil.

Hemos dicho antes que comer mal hoy en día resulta muy fácil. Y es cierto. Pero también lo es que, si queremos hacerlo bien, ahora nos resulta más fácil que nunca. Porque la diferencia respecto a hace 50 años es que ahora tenemos mucha más oferta de todo en general, y de nosotros depende aprovecharlo en favor de una alimentación más saludable y placentera.

Razones para el optimismo.

  • Cocinar ya no es solo patrimonio de las amas de casa. Mucha gente de todas las edades ha descubierto el placer de preparar sus propias recetas.
  • La cocina está de moda. Los grandes chefs tienen una gran presencia mediática, hay muchísimos programas de entretenimiento basados en la gastronomía que ayudan a despertar nuevas vocaciones.
  • Gracias a Internet tenemos acceso a recetarios de todo el mundo, tutoriales sobre técnicas de cocina, hay miles de influencers gastronómicos deseosos de compartir sus conocimientos con nosotros. Podemos aprender mucho si elegimos bien y tenemos interés.
  • Hay una mayor concienciación por parte de las instituciones de la importancia de una alimentación saludable, y se intenta promover la buena alimentación desde los colegios y en campañas divulgativas.
  • En general, todos tenemos más conocimientos sobre cómo debemos alimentarnos, y hemos desechado alguna mala costumbre heredada de otros tiempos. Por ejemplo, las cenas son más ligeras de lo que acostumbraban a ser, salvo en ocasiones especiales.
  • Los alimentos de proximidad con pequeños productores tienen cada vez más demanda y la oferta se sigue ampliando. Además, nos fijamos en aspectos como las denominaciones de origen o los certificados de calidad a la hora de comprar los alimentos.
  • Los controles sanitarios son muy estrictos en la Unión Europea, lo que garantiza un mínimo de calidad en todo lo que consumimos.
  • El aspecto social de la comida no se ha perdido. Al contrario, tal vez porque en el día a día resulta más difícil juntarse para comer, buscamos ocasiones para generar momentos de disfrute en torno a una mesa. En España seguimos siendo muy disfrutones en ese aspecto.
  • Por último, pero no menos importante, la industria del menaje ha dado un salto cualitativo, con materiales más eficientes e innovadores que hacen que cocinar sea mucho más sencillo y saludable, ahorrando energía y utilizando menos grasas. Vitrinor te ofrece una enorme variedad de recipientes adaptados a tu tipo de cocina y a todas las técnicas culinarias. Tú solo tienes que elegir lo que te gusta y disfrutar cocinando, que es lo importante.