Una receta ideal para días de calor o cenas ligeras en las que quieres algo distinto sin complicarte demasiado. La combinación de la manzana con el aguacate y las gambas es ligera pero sabrosa, con un punto dulce, otro ácido y otro crujiente que la hacen perfecta. Rica en fibra, grasas saludables y proteína ligera, es una buena muestra de que cuidarse no tiene por qué ser aburrido.
Comensales: 2 personas
Tiempo de preparación: 15 minutos
Dificultad: de risa
Ingredientes:
- 1 manzana pequeña
- 8 gambas crudas, peladas y limpias
- 50 g de mezcla de lechugas
- 40 g de rabanitos
- 1 aguacate
- Sal
- Pimienta negra molida
- Semillas al gusto (chía, sésamo, pipas, etc.)
- Aceite de oliva virgen extra
Preparación
Empezamos con las gambas. Pon una sartén antiadherente a fuego medio con un chorrito de aceite de oliva. Cocina las gambas durante 1 o 2 minutos por cada lado, hasta que estén rosadas y bien hechas. Salpimienta y resérvalas (por favor, evita la tentación de comértelas ahora, que nos quedamos sin plato).
Ahora vamos con la parte fresca del plato.
Lava bien la manzana (puedes dejarle la piel si es de confianza) y córtala en cubos pequeños. Corta los rabanitos en rodajas finas y abre el aguacate para sacar unos gajos que den cremosidad al conjunto.
Montamos el conjunto.
En un bol grande, mezcla la base de lechugas con los rabanitos, la manzana y el aguacate. Añade las gambas cocinadas por encima y decora con las semillas que más te gusten.