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Cocina

sábado, 29 de julio de 2023

Cocinar es un juego de niños

¿Ya no sabes qué hacer con los niños en casa en verano? Tus hijos, ¿comen bien, o son unos “melindrososos” que no se atreven a probar nada nuevo? ¿Saben cómo se hace lo que comen, o creen que las croquetas crecen en un árbol? Puede que sea un buen momento para empezar a familiarizar a los más pequeños de la casa con el mundo de la cocina. Meter a los niños en la cocina tiene un montón de ventajas, te las contamos.


Campamento urbano, piscina, videojuegos, ver dibujos, leer tebeos, jugar con el vecino… Podemos proponer a nuestros niños muchas actividades para entretenerse en verano, pero tres meses pueden hacerse muy largos, y hagamos lo que hagamos, llegará un momento en que escucharemos una vocecilla infantil pronunciando el temido mantra: “¡¡¡MEEE AAABUUURROOOO!!!” A lo mejor ese momento nos pilla justo pensando en lo que vamos a hacer para comer, o preparando algo en la cocina. Podemos descargarle un juego nuevo en la tablet y rezar para que le guste. O también podemos decirle: “¿te aburres? pues ven a la cocina, ya verás que bien nos lo pasamos”. El verano puede ser el mejor momento para familiarizar a los niños con el mundo de la cocina. Es algo muy positivo, por muchas razones:

  • La mejor forma de que se coma algo es que lo haya cocinado antes. Los pequeños se suelen aferrar a los sabores que saben que les gustan y a veces tienen aprensión por el cambio. No es lo mismo que les pongan delante un plato nuevo de dudosa procedencia, a que sean ellos los que nos acompañen a presentar ante el resto de la familia la receta que ellos mismos han ayudado a cocinar. Durante el proceso, habrán tenido tiempo para familiarizarse con el olor, el aspecto y la textura de los ingredientes; descubrirán de qué están hechos los diferentes platos y además, se sentirán tan orgullosos de haber participado en la preparación (aunque solo hayan ayudado a lavar y separar las hojas de una lechuga) que estarán deseosos de probar su obra delante de todos.
  • De paso, repasamos. No todo van a ser cuadernos de Vacaciones Santillana; la cocina puede ser un aula estupenda para comprobar, por ejemplo, que los problemas del libro de aritmética sirven para algo: “Si en la receta pone que necesitamos 8 onzas de harina para hacer un bizcocho para 4 personas y somos 6 en casa, ¿cuántos gramos de harina necesitaremos, sabiendo que cada onza pesa 28 gramos? Conceptos como proporción, fracciones, densidad y volumen, los estados de la materia, y tantos otros, se manejan habitualmente a la hora de interpretar una receta. A los niños, literalmente, les entrará la ciencia por la boca.
  • Aumentando su despensa de palabras. La cocina es un valioso banco de términos a las que normalmente el niño no tendrá acceso. Mientras cocinan, aumentarán su vocabulario de la forma más natural, aprendiendo los nombres de ingredientes y dando sentido a verbos como condimentar, saltear, gratinar, sofreír, emulsionar, reducir… que además les servirá para “tirarse el pisto” ante sus compañeros cuando los manejen en el cole.
  • Aprendiendo a jugar limpio. La propia dinámica del cocinado exige tanto a pequeños como a mayores estar muy atentos a la higiene y el orden. Viviéndolo en primera persona, entenderán muy fácilmente la importancia de lavarse las manos y limpiar bien los alimentos; lo importante que es tener cada pieza de menaje en su sitio; las ventajas de ir recogiendo los utensilios según los vayamos utilizando para no atorar la cocina, cómo hay que conservar los alimentos para que no se estropeen…
  • Espesando los vínculos familiares. La familia que cocina unida permanece unida. Cocinar con los pequeños es una forma de hacerles sentir partícipes de la cultura y tradición de la familia. No es lo mismo enseñarle a hacer un pollo en salsa que descubrirle los misteriosos ingredientes del “pollo a la Peláez” que solo los Peláez conocen. De nosotros depende aportarle misterio a la cosa. También sirve para recrear momentos felices vividos en familia: “vamos a ver si nos sale un arroz como el que nos pusieron aquel día en la costa Brava y le damos una sorpresa a mamá”.
  • Aprendiendo a cuidarse. Tarde o temprano nuestros hijos usarán un cuchillo; mejor que la primera vez que lo haga sea con nosotros delante. Aprender a cocinar también implica interiorizar una serie de protocolos de seguridad: cuidado con los cuchillos, atención al fuego y los recipientes calientes, mucho ojo con el aceite… Por supuesto, debemos adaptar las tareas del niño a las habilidades de su edad, no vamos a pedirle a nuestra sobrina de 5 años que deshuese un pato. Pero incluso viendo cómo lo hacemos nosotros, aprenderá que en la cocina hay que poner los cinco sentidos para no visitar el botiquín. Hasta el niño más pequeño podrá echarnos una mano en la elaboración de una receta con seguridad, aunque solo sea acercándonos los ingredientes de una ensalada o llevando la cuenta de las cucharadas de azúcar que le ponemos a un postre.
  • Mentes en ebullición. Un niño sano es un niño creativo; que no vean la cocina como una serie de normas que hay que cumplir a rajatabla sino como un laboratorio para explorar y descubrir sabores nuevos. Pídeles opinión sobre la receta: ¿le añadirías algo? ¿lo prepararías de otra manera? ¿con qué otro plato podría estar rico esto? Es muy probable que muchas veces el experimento acabe en el cubo de la basura, así que no emplees ingredientes muy caros para estas prácticas, la merluza de pincho mejor la preparas tú.

Como veis, hay muchas razones a favor de cocinar con niños. Fomentemos su interés por la cocina desde pequeños y aumentaremos su autoestima, estimularemos su curiosidad, aprenderán buenas costumbres y lo mejor de todo, pensarán que nosotros somos los cocineros más divertidos del mundo.