La cerveza en la cocina: ¡es la caña!
La cerveza no solo se bebe, también puede poner mucha chispa en los fogones, con resultados tan sabrosos como inesperados.
Habrá quien piense que cocinar con cerveza es como echarle gaseosa al vino: un sacrilegio. Alla ellos. Porque, cuando se usa bien, la cerveza en la cocina es un ingrediente con carácter, con matices y con una capacidad mágica de dar un giro a los platos de siempre.
Eso sí, no todas valen para todo. Igual que no te pondrías una bufanda de lana en agosto (esperamos), tampoco usarías una IPA amarga para hacer un bizcocho de manzana. Cada cerveza tiene su sitio y su receta ideal.
Y no hace falta ser un chef con estrellas para sacarle partido. Basta con algo de intuición, buenos ingredientes, menaje adecuado y ponerle un poco de ganas al asunto.
¿Dónde echarla (además del vaso)?
Aquí van algunas ideas de lo que la cerveza puede hacer por ti… y por tu cocina:
- Estofados que se funden en la boca
La cerveza negra es tu mejor aliada si buscas profundidad y textura en carnes largas de cocción. Añade cebolla, ajo, un poco de mostaza… y deja que el tiempo haga su magia. La salsa queda espesa, oscura, sabrosa. Como para mojar pan y no parar.
- Rebozados ligeros y crujientes
Añadir cerveza a la masa del rebozado (especialmente una lager o una pilsner) da como resultado una cobertura ligera, aireada y sabrosísima. Crujido garantizado sin necesidad de fuegos artificiales.
- Salsas con misterio
Desde una reducción con miel hasta una salsa para mejillones estilo belga, la cerveza puede ser el giro inesperado que tus platos estaban pidiendo a gritos. El punto está en sorprender sin pasarte. O pasarte, pero con estilo.
- Bizcochos y panes con alegría
Un chorrito de cerveza en masas de pan, muffins salados o incluso en tartas puede aportar levadura natural, profundidad… y tema de conversación en la sobremesa. ¿Quién necesita levadura química cuando tiene una rubia bien fresca?
Consejos de uso (para que no se te suba a la cazuela)
- Cuidado con los amargos
Cuanto más amarga sea la cerveza, más discreción deberás tener con la cantidad. El calor intensifica el amargor, y si te pasas, el resultado puede sorprenderte para mal, porque una cerveza que te entra bien cuando está fresquita, al subir de temperatura sube sus notas y puede ser demasiado, incluso aunque seas un gran amante de la cerveza.
- Menos, es más
Añade poco a poco y prueba. Como cuando haces alioli sin saber si te estás pasando de ajo. Mejor ir con tiento y rectificar, que tener que pedir pizza.
- Combina con cabeza
Las tostadas con carnes potentes, las claras con pescados, verduras o platos más suaves. Y si vas a hornear, prueba con cervezas de trigo: le dan un puntazo. En esto, como en la vida, la clave es el equilibrio.
- Deja evaporar el alcohol: No tapes la olla enseguida. Dale unos minutos al fuego con la tapa abierta para que el alcohol se evapore bien y no se quede “el sabor a fiesta del sábado”.
- Controla la temperatura: Si la cerveza entra fría en una cazuela caliente, puede cortar la cocción y cambiar el resultado. Lo ideal es tenerla a temperatura ambiente. Igual que tú cuando cocinas en agosto.
- Atención al carbónico: La efervescencia ayuda en masas y rebozados, pero puede alterar una salsa si no lo controlas. Para estofados y cocciones largas, mejor que pierda parte del gas antes de añadirla.
- Reduce con paciencia: Si vas a hacer una salsa con cerveza, no tengas prisa. Cuanto más reduzca, más sabor.
- Filtra si hace falta: Algunas cervezas artesanas o sin filtrar pueden dejar posos. Si no quieres tropezarte con ellos en una salsa fina, pásala por un colador antes de usarla. El filtro de Instagram no vale.
- Elige con intención: Piensa en la cerveza como una especia líquida. ¿Qué quieres que aporte: dulzor, cuerpo, amargor, un toque tostado? Escoge como quien escoge una especia: con cabeza, y no solo por lo bonita que es la etiqueta.
Brindemos (también) en la cocina
Para cocinar con cerveza –como con cualquier ingrediente con personalidad– necesitas un menaje que esté a la altura. Ollas que repartan bien el calor, sartenes que no se te peguen aunque reduzcas la salsa hasta el último segundo, y cazuelas que soporten tus experimentos con alegría.
Además, con materiales duraderos, fáciles de limpiar y que ahorran energía, puedes cocinar como un gourmet sin dejar huella… más allá del aroma que se queda en casa.
Así que ya sabes: este verano, no guardes la cerveza solo para el brindis. Métele mano también desde los fogones. Porque el Día Internacional de la Cerveza es una excusa perfecta para probar algo distinto, celebrar lo cotidiano… y convertir una receta cualquiera en un momento especial.
Eso sí, si la receta no te sale perfecta a la primera, siempre puedes acabarla con un trago largo. El menú se puede